DE LA LIBERTAD DE ELEGIR Y DE LA DIGNIDAD: A PROPÓSITO DE OBLIGACIONES Y NEGOCIADOS.

Fecha: 2021-08-20
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DE LA LIBERTAD DE ELEGIR Y DE LA DIGNIDAD: A PROPÓSITO DE OBLIGACIONES Y NEGOCIADOS. Por: Silvio Guerra Morales. “Como si esto no fuera suficiente, entonces, hay que decirle al Gobierno Nacional que paren ese discurso de exigir pases sanitarios, pasaportes sanitarios, de exigir tarjetas de vacunación, de fragmentar el territorio nacional para que unos ingresen y otros no, de violentar la Constitución Nacional que en su artículo 27 dispone la libertad de tránsito y las excepciones a dicha norma no incluyen el "vacúnate o presenta tu tarjeta o hazte el hisopado". Colmo de los colmos, ahora nos enteramos que el hisopado lo hacía una empresa cuya regente es una alta funcionaria del Minsa. Y sigue la burla y la felonía”. “Así no se ejerce el poder político ni se gobierna. La arbitrariedad y la tiranía siempre han terminado dando cuentas del más rotundo fracaso y condena. Esta forma de gobernar encierra una pantomima barata de democracia. ¡Dios bendiga a la Patria!” He podido advertir que, en los últimos días, ha venido aconteciendo algo que me impresiona. A raíz de la intervención de no pocos colegas, médicos y otros profesionales, sin dejar por fuera a voceros, hombres y mujeres valientes de la comunidad y que se han atrevido a manifestarse en contra de cualquier forma de obligatoriedad de las vacunas, reitero, me impresiona la capacidad de comprensión y de razonamiento de nuestro país, de nuestra gente, de nuestro pueblo. Y es que el discurso que se quiso vender en torno a la idea de que las vacunas tenían que imponerse, no ser consultadas; que las vacunas tenían que enviar un mensaje de obligatoriedad y no de espontaneidad; que las vacunas tenían que venir vía imposición del Gobierno y no por el camino de la persuasión en la población, simple y sencillamente, no ha prosperado. Repito, el pueblo salió a manifestarse y no deja de hacerlo. Y lo que ralamente vino a poner una pica en Flandes fue la intervención del señor Presidente de la República cuando dijo que se analizaba la posibilidad de enviar de licencia y sin sueldo a los funcionarios públicos que no se hubieran vacunado o que no presentaran la tarjeta de vacunación. Todo un país, toda una población indignada, exceptuando los manzanillos y arlequines de siempre, salió al paso a fin de expresar su repulsa, su repudio total y absoluto a semejante declaración. No solamente se insinuaba, en grado de amenazas y presiones, intimidaciones y coacciones, golpear la portaviandas del pueblo panameño, ya que, como se sabe, el Gobierno es el gran empleador, sino que se lastimó, de modo solapado, la dignidad propia de miles y miles de ciudadanos. Se cercenó la dignidad, como primer eslabón ofendido en la cadena de la honra de los panameños, a como también se puso en tela de incertidumbre lo que significa el derecho al trabajo digno, el derecho a percibir un salario o emolumento igualmente no menos digno. La estabilidad de cada funcionario, de manera innecesaria, fue puesta en tela de perniciosa incertidumbre, porque no había razón para salir con semejante discurso, y poner en correderas la paz y el sosiego doméstico de miles y miles de familias panameñas. Insisto, fueron miles y miles de panameños que vieron, por un momento, la portaviandas volteada, y en tan triste y penoso momento también vieron desnudados sus rostros ante la prepotencia de un Gobierno que se atrevió a decirles: ¡No habrá sueldo si no se vacunan! Como no hay nada, a nivel nacional, que les permita agarrarse o asirse de una norma jurídica a invocar como pretexto, propósito de obligar a las personas a vacunarse, es por demás que obvio que están recurriendo a una serie de estrategias que llevan en su seno el fracaso rotundo. Últimamente se han dedicado a promover determinadas plataformas. Entre ellas la propia Autoridad de Innovación Gubernamental que habla, inclusive, de que si no apareces en esa plataforma simple y sencillamente no podrás entrar a determinados lugares o, tal vez, cruzar de un lugar a otro, como lo es desplazarse al interior de la República. ¡Dios nos agarre confesados! Todo esto hay que decírselo al Gobierno. Así no se ejerce el poder político ni se gobierna. La arbitrariedad y la tiranía siempre han terminado dando cuentas del más rotundo fracaso y condena. Esta forma de gobernar encierra una pantomima barata de democracia. Son cuestiones inconsultas, ilegales, por demás que violatorias del catálogo de los Derechos Humanos consagrados en la Convención Americana de los Derechos Humanos conocidos como el Pacto de San José de Costa Rica y que es la Ley 15 de 28 de Octubre de 1977 en Panamá. Amén de ello, hay que decirlo, han salido a la palestra pública distinguidos médicos, entre ellos, un especialista en neonatología, de gran renombre a señalar que las vacunas hacen daño a la salud y más todavía a los niños. También un reputado galeno lo ha sostenido y qué decir de un ex ministro de Salud cuyo discurso, responsablemente, busca crear conciencia en nuestra población de los efectos dañinos a la salud. Pero, al parecer, aquí la palabra autorizada de la medicina solo la tienen quienes, como he señalado, teniendo intereses creados en el negocio de las vacunas, son los que salen a decirte, tras contradictorios discursos de retablo, que te vacunes y, no tan solo eso, sino que debes hacerlo hasta agotar todas las dosis habidas y por haber. De nada ha valido que también se hayan sumado autorizados hombres de las ciencias de la salud y de la medicina, entre ellos, quienes han recibido el Nobel en la Medicina (Caso de Luc Montagnier). Virólogos, epidemiólogos, etc., han venido a acrecentar el largo listado de voces con autoridad para ilustrarnos el por qué esto que se inocula a las personas está muy lejos de poderse llamara “Vacuna”, dado que no es tal. Como si esto no fuera suficiente, entonces, hay que decirle al Gobierno Nacional que paren ese discurso de exigir pases sanitarios, pasaportes sanitarios, de exigir tarjetas de vacunación, de fragmentar el territorio nacional para que unos ingresen y otros no, de violentar la Constitución Nacional que en su artículo 27 dispone la libertad de tránsito y las excepciones a dicha norma no incluyen el "vacúnate o presenta tu tarjeta o hazte el hisopado". Colmo de los colmos, ahora nos enteramos que el hisopado lo hacía una empresa cuya regente es una alta funcionaria del Minsa. Y sigue la burla y la felonía. En un Estado que se llame respetuoso de la seriedad y transparencia, de un gobierno que aplique verdaderamente el concepto de la necesaria rendición de cuentas claras respecto a cómo se invierten los recursos del Estado y del pueblo, de inmediato, ya habrían renunciado el ministro de salud y todos los que ocupen puestos de jerarquía, mando y jurisdicción, en dicho ministerio. Pero no puede ser cierto que aquí no pase nada. El Señor Presidente, hará cuestión de dos días, se fue al aeropuerto de Tocumen, de incógnito, y descubrió algunos daños estructurales, pero no ha prestado vista aguda a los graves daños que carcomen la dignidad de la nación y de todo un pueblo. No son tan solamente las baldosas o cerámicas rotas o quebradas, se trata de que no pocas instituciones y ministerios en la estructura de gobierno están rotos, con grandes huecos por donde se hace nula y se fuga toda concreta posibilidad de que el pueblo forme parte de la yunta pueblo-gobierno. Tal cosa no existe, ni en sueños. Así no se ejerce el poder político ni se gobierna. La arbitrariedad y la tiranía siempre han terminado dando cuentas del más rotundo fracaso y condena. Esta forma de gobernar encierra una pantomima barata de democracia. ¡Dios bendiga a la Patria!    

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